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jueves, 23 de mayo de 2013

De lo que cuentan las ventanas cerradas.

Y como de costumbre, en secreto seguía usmeando tus fotos, sólo para ver como el tiempo te ha hecho los ojos mas profundos y te ha llenado la cara de sonrisas de las que ya no soy testigo pero si admirador. Así que hoy por la tarde traté de entrar en mi ventana mágica que en cosa de un segundo me llevaba de regreso a hace diez años (recién cumplidos)y tope, no hay mas ventana, no mas imágenes, no mas saludos silenciosos, ni feliz cumpleaños, ni buenas noches, así de golpe, cerrada la manija con la misma fuerza con la que cerramos caminos para no volvernos a encontrar de frente. Ahora entonces queda frente a la ventana una maceta llena de dudas ¿con quién fuiste? ¿que llevabas puesto aquella tarde de sol? ¿no te enteraste? De la cornisa cayo el libro de los recuerdos de nuestros días y en cosa de segundos se me quedaron en los pies cientos de hojas todas en desorden y revoloteadas.¿Ahora que les hago? ¿Dónde las guardo mujer? Podría hacer un árbol muy surrealista, pero seamos sinceros, sería una escultura a la tristeza. Me llevo por lo menos cinco años poder acomodar cada recuerdo por orden de aparición, hoy no tengo manera de empezar de cero. Así que entonces recurro al viento y al cielo, las hojas he de dejar que el viento se las lleve de paseo y en las nubes, específicamente las que estén como lana de borrego te dejo un beso.

1 comentario:

LuMmo dijo...

Qué bonito leerla.

Eso pasa a veces, según dicen los que saben: las ventanas se cierran, las puertas se cierran, y los recuerdos se quedan adentro, atrapados, con poquito aire para sobrevivir, sin nadie que los procure y los alimente. Porque los recuerdos necesitan alimento, si no se vuelven espectros, y luego se mueren lenta pero indefectiblemente.

Por eso vea muchas fotos de sus amores, recuérdelos, sonría, métase a la casa, abra ventanas y cortinas, airéela, juegue con los recuerdos. Dicen los que de esto saben, que es un bello acto de caridad. Y usted, mi muy querida, es una generosa.