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jueves, 23 de mayo de 2013

De lo que cuentan las ventanas cerradas.

Y como de costumbre, en secreto seguía usmeando tus fotos, sólo para ver como el tiempo te ha hecho los ojos mas profundos y te ha llenado la cara de sonrisas de las que ya no soy testigo pero si admirador. Así que hoy por la tarde traté de entrar en mi ventana mágica que en cosa de un segundo me llevaba de regreso a hace diez años (recién cumplidos)y tope, no hay mas ventana, no mas imágenes, no mas saludos silenciosos, ni feliz cumpleaños, ni buenas noches, así de golpe, cerrada la manija con la misma fuerza con la que cerramos caminos para no volvernos a encontrar de frente. Ahora entonces queda frente a la ventana una maceta llena de dudas ¿con quién fuiste? ¿que llevabas puesto aquella tarde de sol? ¿no te enteraste? De la cornisa cayo el libro de los recuerdos de nuestros días y en cosa de segundos se me quedaron en los pies cientos de hojas todas en desorden y revoloteadas.¿Ahora que les hago? ¿Dónde las guardo mujer? Podría hacer un árbol muy surrealista, pero seamos sinceros, sería una escultura a la tristeza. Me llevo por lo menos cinco años poder acomodar cada recuerdo por orden de aparición, hoy no tengo manera de empezar de cero. Así que entonces recurro al viento y al cielo, las hojas he de dejar que el viento se las lleve de paseo y en las nubes, específicamente las que estén como lana de borrego te dejo un beso.

jueves, 17 de enero de 2013

De lo que cuentan las casadas.

Y como de costumbre, lo habitual después de una buena cena en compañia de mi esposo y sus amigos; lo primordial al llegar a casa era desvestirse, quitarse los pendientes de las orejas y de la cabeza, el maquillaje, el peinado, frotarse toda clase de pomadas y cremas con pequeñas propiedades para no verse casi vieja. Eso hice, y cuando mire mi reflejo al espejo de mi habitación no hallé mas que una porción parca de mí, lo demás se había ido de vacaciones a no se dónde. ¿Cual sería ahora mi excusa para no dejar que mis muslos se desbordaran sobre las sábanas? Era cierto que ya no tenía veinte años y que la fiebre de tener a mi hombre desnudo tres veces al día era ya una remembranza de mis hazañas ¡pero de eso a un día y otro y otro mas no tener ni una pizca de ganas! Había kilometros de distancia de aquella mujer humeda a estas dunas que ahora alojaban entre mis piernas. Estaba claro que como esposa tenía la obligación moral y social de proveérle por lo menos una eyaculación decente a mi amado marido. La constante era el amor eterno que nos habíamos jurado, pero algunas veces es tan fuerte la compenetración de dos almas que se acompañan tanto en una sola vida que entonces la carne pasa desapercibida casi por completo. Hora de apagar la luz. Dentro de unas horas sería nuestro 18 anivesario y era muy complicado tener una excusa coherente. Amaneció y casi sin arreglarme salí a tomarme un café periódico en mano, dos cucharadas de azucar, busqué en la sección de "Masajistas" No podía evitar en mi cabeza las imagenes de cada una de mis amigas opinando sobre la inmoralidad de mi plan, seguramente me hubieran inventado alguna palabra ralacionada con "filias" y yo les hubiera dicho que lo suyo eran fobias y así hasta que alguna de ellas tomara su bolso abruptamente para salir caminando digna y además azotando o la taza del café, o la carpeta de las propinas, las cartas, la silla, que se yo. No supe por donde partir, asi que comencé por llamar a todos los teléfonos que terminaban en 3, era mi número favorito y además en la historia ésta contandola a ella seríamos 3. Empecé preguntandoles sus edades y pidiendoles sus tallas, si bien tenía pensado embriagar a mi marido hasta que no supiera que Santa le hablaba era imprecindible que las nalgas las tuviéramos medianamente parecidas. Cerca de la llamada treinta, hora para la cual yo ya me sentía como una profesional en cuestionarios de masajistas, me encontré con una tal Isabella que contaba con todo lo necesario para "el trabajito" quedamos de vernos a una cuadra de mi casa, me pedí un whisky y es una lástima que no me lo hayan servido. Llego la hora y fuí por ella, la subí a mi recamara, le pedí que se bañara con mi shampoo, le expliqué donde estaban sus cosas, que en realidad eran mías, pero que por fuerzas del destino o de mi falta de ganas tendría que prestarselas. La cosa iba a ser sencilla, ella estaría escondida bajo la cama mientras que yo estaría cenando con mi marido y amandole como sólo yo sabía hacerlo mientras le servía en la mesa su plato favorito. Todo quedó excelente, las flores, el mantel, el maridaje de vino y postre, la sobremesa. Dos botellas de vino después subimos a la habitación bañados en risas, apague la luz y entre juego y besos no tuve mas remedio que dejarlo acostado, semi desnudo en lo que yo me escondía en el baño del cuarto ¿por qué no pensé en un lugar para mi huída? Mi masajista resurgio de netre la alfombra como Diosa de la noche, ahora ya no era mas mi masajista si no de mí marido. Aún con que le pedí que no hablara, los sonidos inconfundibles del festín de carne eran casi insoportables.¿Por qué no era yo la que estaba ahí jugueteando entre sus brazos y su panza? Los celos empezaban a machacarme el estómago.Para mi fortuna por cuestiones de edad de ambos la musicalidad de sus cuerpos se apagó pronto, así que recogí todo aquel guacamole de emociones y me lo llevé sigilosamente a mi almohada, mientras que mi masajista ahora se vestía con la misma agilidad con la que minutos antes había hecho lo contrario. No sé si dormí bien o mal, si soñe o sólo me quedé preguntandome razones de lo sucedido, lo que si sé es que cuando desperte había una ramo de rosas gigantes sobre el buró. Abrí los ojos lo mas grandes que pude, me puse mi bata, las sandalias, mire al espejo, me sonreí y me colgue aquella medalla como si yo me la hubiera ganado limpiamente.

lunes, 15 de febrero de 2010

de lo que uno se encuentra pasadas las once de la noche...

Y de pronto, revisando de reojo mis mensajes, y con ganas de verte aunque sea de lejos me encuentro con un tú inmenso, hermoso, loco, imponente, callado, en blanco y negro,tan ajeno.
Tengo que aceptarlo, ya no te conozco y eso, me quita todas las palabras, todas las ganas de llamarte, de preguntar por tus dias, y asi me quedo con una nada profunda, con la duda de haber dormido con ese de blanco y negro tantas noches, con el punto final de mis letras en la punta de la lengua...

viernes, 18 de septiembre de 2009

la primera en treinta años.

Querida Elisa:

Mi gato esta enfermo, muy enfermo.

Hace ya tiempo que ninguno sabe a bien del otro, es preciso que sepas que no ha sido por falta de ganas, tiene que ver directamente con una promesa de respeto que te hice en silencio.
Muchos años te espié detrás de los árboles de la plaza, de lejos, desde los ventanales de los cafés a los que solías asistir, y cuando por fin te graduaste, obligaba a los taxis a pasar por fuera de tu trabajo aun cuando el hacerlo representara ir en dirección contraria.
Deje de hacerlo el día que advertí que estabas hinchada de vida.

Te he pensado, mucho, hoy, a mis casi ochenta puedo decir que te he pensado toda la vida, que has sido lo que más me ha gustado de estar vivo, aún cuando hayas estado lejos de mí, el sólo saber de tu existir a sido el oxigeno al que se a conectado mi vejez.
Los años de gloria han cesado, es probable que te extrañe saber de mí a estas alturas, mira que más de tres cuartos de siglo es como estar en la punta del risco.

Los ideales por los que abandone tu cintura resultaron ser un fraude, de haber sabido que todo volvería a ser como en un principio, que la libertad y le democracia son palabras que no caben en este país, jamás me habría desenredado de las sabanas de la posada a la que habituábamos.

El gato que me diste falleció en el trajín de los balazos y el frenesí de los que luchan, me lo lleve en promesa de que tenía que regresar con el sano y salvo. Murió justo cuando tu estabas a nada de dar a luz, de ahí que salí a buscar uno igual, y le llame de la misma forma.
De igual manera salí a buscarte a ti, de pronto te me aparecías por cachitos, hubo mujeres por las que perseguí enloquecidamente por que tenían algún ademan que me parecía familiar a ti. Ellas por supuesto creyeron que se trataba de un encanto propio. Conseguir al gato fue sencillo, pero a ti mi Elisa, mi trozo de carne, mi llanura de besos, mi promesa de vida, mi primer amor, el único real. Después de ti todo ha sido igual que la revolución, una gran farsa.


Mis dotes histriónicas me sirvieron para dormir con los pies calientes durante cuarenta años, y entre más gatitas buscaba, mas solo quedaba de ti.
En este cuarto en el que estoy ahora podría construir un pen house, sin embargo; no lo hare por respeto a los demás huéspedes.
Hay varios aquí que platican con los arboles, y que a mis recientes 12 horas de haber ingresado ya me han contado que tiene por lo menos tres años de no venir a verlos. Que en navidad les llegan unas muy bonitas postales, y los regalos mas grandes viene de los contados familiares que siguen frecuentando a sus bultos.
Aquí así se llaman entre ellos, es mas, hasta sonríen. Me conoces y sabes que yo no mostraría una gota de sonrisa ante ese tipo de bromas pesadas, pero es real, no me rio pero comparto lo que dicen. Nos han venido a botar como basura orgánica, solo están esperando que llegue la famosa y esperada con su carrosa, para poder hacer el reparto de los esfuerzos, por pocos que sean.

Uno aprende, de verdad que si, aquí hay una muchachota mas grande que yo, que toda su vida fue empresaria, y ahora le ha preparado la gran sorpresa a su familia. Ha vendido todas sus propiedades sin que nadie se entere, tenemos sala nueva gracias a ella. Ha donado parte de su fortuna a este lugar. Ahora espera a la muerte sonriente. Sola se ríe de imaginar las caras de sus sobrinos e hijos cuando se den por enterados que el estorbo ese de mujer, no les ha dejado mas que el funeral bien organizado.

Todo esto repara en una sola conclusión:

No pienso ir a buscar otro gato igualito si este se muere. Tampoco pienso ir a buscar una que se parezca a ti, enfrentare de la mejor manera su ausencia, y por lo que a ti te corresponde en mi sentir, estoy acostumbrado a soñarte, y me da la necesidad imperiosa de despertar, no de ti, contigo.

Es tarde, lo se.

Vuelvo a esperar.





Juan Jiménez.

martes, 8 de septiembre de 2009

De lo que pasa cuando lo paren a uno en plena ciudad y sin calendario.

Sin grandes ceremonias por favor!!!!

Se me han ido tantas tardes repasando la falla brutal que te llevó a sólo 400 km de distancia, que ahora que las carreteras se abren de nuevo me parece un sueño.

Hay mucho de cierto en aquello de que me morí varias veces para escapar de la catastrofe, paralelamente volví a nacer. Partiendo desde ese punto supongamos que te mire por primera vez ayer, que no se si se llamaba Sábado o Domingo, o San Lunes, si fue en este año en el que sigue.

O lo que es lo mismo:

Acabo de verte y ya sé que nací pa´casarme contigo Matilde.

lunes, 20 de abril de 2009

De las conteos certeros.


Sábado por la mañana y si el conteo no nos falla, dos horas de sueño guardadas en las bolsas de los parpados.
Salí en pijama a abrirle la puerta, extraño caso llegar a "casa" sin tener las llaves. Ahí estaba, quieto, con gafas oscuras quesque pa´que nadie le vea las ventanas del alma, con camisa blanca y pantalón gris rata, con cuarenta kilos menos y los ojos enormes como gato mojado.
Entró y reconoció las huellas de sus pies descalzos aún apesar de que ese piso tenía cuatro años de ser limpiado con regularidad, ahí estaban, hundidas como los antiguos templos gritando desde lo profundo del concreto.
Y yo, desde el sillón reconocí mis manos en su pecho, y aún con que había sido acariciado por otros dedos durante los mismos cuatro años, mis marcas eran claras y casi brillantes.
Hablamos de todo lo que construimos y también de aquella tirada del destino que terminó por ser la historia más triste que hasta ahora ambos llevamos colgada al cuello como "milagrito".
Algo en mi cabeza retumbo "lo que vivimos no fue amor sino Amores, fue mucho para ser un sólo Amor" dijo. Esa fue la combinanción de palabras clave para darle rienda suelta a los recuerdos de mi vida marital a su lado. Sorprendentemente no le besé, y sorpendentemente también para mis pupilas el tiempo no había pasado, la unión entre esa mañana de sábado y aquella otra en la que su espalda se desvaneció entre los callejones fue cosa de un segundo.
Una semana y luego dos y luego tres y cuatro meses y once más, y ahora ya un año y medio y ahora eso mismo pero el doble, así consecutivo hasta abrir el portón de mi "casa" que según el acuerdo primero: "la que sea mí casa será tuya también"
Y que ahora ya no era suya, sino sólo mía y él solo, con otra casa, de la cual yo tampoco tengo conciencia de llaves ni de cerrojos.
Y mi pijama rosa de cuello alto para el frío no hizo lo suyo, y mis ojos de luna llena apunto de dejarse llover, pero recordando que la cordura es el camino menos borrascoso.
Vino a pedirme paz.
Ahora resulta que mi nombre capicua se lo escupe la falta de mi querencia, según me contó, le sale de todos lados, se le revelan mensajes en extraños que le llaman como yo le llamé alguna vez para pedirle se acostara a comer.
Y yo, que atravesé los siete infiernos con su foto buscándolo, y que de día mientras estaba en "nuestra casa" del librero me caía su cansancio para extrangularme, que de las sábanas me brotaban nidos de vivoras, que del silencio que moro en la sala me nació la gana de no volver a mirar con el corazón ¿Que hay de eso? De haber sabido que pedir paz era la solución lo hubiera hecho.
Constato una sola cosa: Verle, tenerle tan cerca, tan real, tan de carne y hueso, lo único que me deja claro son todas las veces que le he perdido.
A mis cincuenta y dos, ya no hay tiempo de contar perdidas.

lunes, 6 de abril de 2009

De las cosas sin comas y sin puntos.

Homenaje a: Miguel Barbachano.

Y ahí quedo prendido en el encabezado de los recuerdos de mi archivo personal.
Sin duda estaba destinado a esperarle toda una vida y a ciencia cierta nadie supo en que momento di el salto que serviría de bálsamo para su huída y a la par de oxigeno para mi mundo porque imaginen la maravilla de un teatro lleno de utilería con su nombre con la temporada más larga y presentaciones todas la noches con su respectivo público atento y distinto y además siempre asombrado ya que está comprobado que llegar a tiempo no fue una virtud que se me regalara a la hora de parirme y se lo repetí todas las veces que se le fruncía el ceño mientras me esperaba empero ahora tan lejos de la supervisión de las manecillas del reloj y de la bitácora del calendario era irrelevante preguntar ¿iras conmigo al teatro? ¿ a que hora te veo?

Esas cosas las deje para los que pueden caminar en las banquetas sin pisar las rayas del pavimento o aquellos para quienes las comas y los puntos son cosas de risa así que yo he tenido que inventarme un espacio propio dónde acariciar su cabello fuese sinónimo de : ¡Por lo que más quieras mujer envejece a mi lado¡ dónde la única pausa respetable fuesen sus ojos a punto de descansar por las noches y miren que tomé talleres y cursos además que leí todo cuanto me recetaron para ser un hombre del habla y escritura culta.

La sentencia de que nada lo tomaba con cautela me es familiar desde niño ¿Para qué necesita una pausa un hombre que enloquecía sólo de verle los tobillos desnudos? Que alguien me responda porque me ha costado media vida entender aquello del “fin del sentido gramatical” y la famosa importancia de “la división de frases o miembros cortos de la oración o periodo”

¡Y renuncio!

Renuncio a ponerle punto y aparte a su imagen sin vacilaciones digo que mi adoración por su figura no tiene final y si mucho sentido en cuanto a las divisiones de oraciones es cosa que le concierne sólo a los clérigos y puedo enumerar las razones por las que la realidad ya no me convence y el porque he decidido no seguirle la corriente ya que mi sentido lógico está en perfectas condiciones aunque haya médicos que piensen todo lo contrario.

Yo quiero otra función dónde las taquillas abran sus brazos y repartan los boletos que se enciendan las luces y que se abra el telón exijo que respeten mi voz preguntando por ti en todas las cafeterías del barrio previniendo burlas absurdas me he nombrado guionista y director ni de broma habrá pausas ni altos ¡Qué viva la permanencia voluntaria!¡Que importa la hora¡ Todo es inevitablemente fluido como el agua de los ríos y como la sangre y como el tiempo que no conoce de frenos.

Y si hay público al que le asusta que yo no encuentre a mi Lourdes les recomiendo que lean y estudien también que investiguen y que no me miren con signos de admiración o interrogación aunque esos sí que los vivó que me ignoren como si yo fuese un signo gramatical.

Ahora sólo entiendo de puntos suspensivos, esos sí que me han convencido de guardarles respeto y me han llenado de fe. La encontrare…